Los objetivos de la roja
En el verano de 1988 la selección chilena de fútbol disputó un par de partidos amistosos previos a las eliminatorias rumbo al mundial de Italia 1990. Sudamérica solo contaba con 3 plazas y media para los 9 paises del continente y Chile debía pelear el cupo ante la siempre poderosa Brasil y la selección de Venezuela en el grupo C. Orlando Aravena tenía la misión de realizar una detallada convocatoria de valores locales con el fin de encontrar piezas claves que pudieran reforzar a al combinado nacional que en 1987 fue subcampeón continental además que fuesen parte del listado que formaría parte de la Copa América 1989 a disputarse en Brasil.